miércoles, 22 de julio de 2015

CONTRASTES

Después de un eterno viaje (el paso por Estados Unidos es tremendo) y haber pasado espesos controles de aduana, llegamos el día 20 de julio a Nicaragua a eso de las 8 de la tarde hora local. Un bofetón de calor te sacude al pisar la calle tras 18 horas de sufrir los aires acondicionados de aeropuertos y aviones. “Este es el calor que te espera durante un mes”, me dijeron. Pues hala, bienvenido.
 La ruta a Granada desde Managua son unos 45 Km que se recorren por una autopista cargada de coches que circulan en su mayoría muy despacio por el carril de la izquierda, motocicletas con luces y sin luces y vehículos a motor que a duras penas adquieren la categoría de coche. No hace falta mucho tiempo para comprobar que conducir en Nicaragua solo es apto para aquellos que tengan sobrada experiencia, adivinen las intenciones de los conductores que comparten tránsito, y tengan nervios de acero. El claxon apenas  se utiliza a no ser por  extrema necesidad de advertencia o por saludar a algún conocido.

Una vez alojado en mi habitación y tras un recibimiento  muy amable y de corazón sería el momento de deshacer la maleta, echarse a dormir y esperar al día siguiente para ver la ciudad de Granada despertado por los rayos solares. No hizo falta; un coro de gallos, ( ¿quién dijo que cantaban al alba?)acompañado de otros cantos de aves me despertó después de comprobar que ningún rayo de sol despuntaba. No hizo falta mucho tiempo para adivinar una claridad que degradaba el cielo. El nuevo día había comenzado.

El viaje hasta San Blas son unos diez kilómetros de los cuales 5 son recorridos por la autopista en dirección a Masaya y Managua. El estilo de conducción no había variado con respecto al día anterior  como era de esperar. Eso sí, el tráfico había aumentado exponencialmente sintiendo una sensación de peligro aún mayor que la noche anterior. Para llegar a San Blas hay que salir de la autopista y tomar un camino de tierra con algunos tramos muy estropeados por las torrenciales lluvias. Una intensísima vegetación no dejó de acompañarnos en todo el trayecto hasta llegar al Proyecto “Hijos del maiz”. Después de las oportunas presentaciones, nos mostraron a los nuevos voluntarios todos los proyectos: Escuela, comedor, dispensario médico y explotación ganadera y agrícola. La última hora de la mañana, las clases se cortan a las 12 del medio día, estuve con la maestra en el aula de Ed Intantil. Los niños al principio miraban con cierta desconfianza y vergüenza, (pena dicho en nicaragüense)   al “nuevo maestro”. Duró poco ya que pronto tuvieron un tratamiento conmigo como si me conocieran toda la vida. Mis sensaciones fueron que se necesita mucho trabajo con ellos (32 en un aula) recursos y material, pero esto merece una entrada a parte, pues fueron muchas la conclusiones y mucho el trabajo que debe hacerse por delante.

Por la tarde conocimos Granada acompañados de Fernando. La ciudad, custodiada por el volcán Mombacho, respira una vida intensísima entre una arquitectura colonial. Nos adentramos por sus calles y descubrimos los lugares más emblemáticos: iglesia de La Merced, Parque del Central, Catedral, calle de la Calzada, calle Atravesada, Parque Sandino y el lago Nicaragua. Me llevé una ligera decepción al comprobar que el lago no está especialmente bien cuidado pues además de estar las aguas contaminadas, vacas y cerdos campaban a sus anchas por la orilla. A pesar de todo la belleza del entorno es espectacular. 
Después de la visita hicimos las pertinentes compras en un supermercado, por cierto mucho más caro que en España, lo cual no entenderé, y es que la vida en Nicaragua, en algunos sectores básicos es bastante caro.

Todas esas fueron las sensaciones que me he llevado en un primer día intenso y lleno de contrastes. Habrá muchas más.

1 comentario:

  1. Misterio después del camino..., como bien dices, contrastes, expectación...

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